El baile del esclavo...
Señor Jonás Crual:
Primero que todo, señorita- y muy señorita- para que sepa.
Con respecto a su opinión acerca de mí y de mi Jefe debo decirle que comete un graso error. Nosotras no somos las inmorales ni las anti éticas, todo lo contrario, somos un par de mujeres que podemos decir la verdad sin horrorizarnos por ello. Y puede ser que la palabra esclavo suene fuerte en un mundo como hoy- con toda esa estupidez de democracia e igualdad ante la ley-, pero no es más que un reflejo análogo de cómo se vive en el día a día.
Hoy mismo me sentí como una esclava de las costumbres adolescentes. Imagínese una horda de mujeres arregladas, rodeadas de hombres que, como buen postor, tasan a la presa con la mirada antes de decidir comprarla. Puede ser que realmente no las compran con dinero- algunas son mucho más baratas que eso-, pero sí lo hacen a través de ofrecer sustancias embriagadoras que permiten una mejor oportunidad de ataque. Luego de ese exhaustivo estudio donde miden calidad, cantidad y accesorios varios- dígase la amiga con la que está bailando y la que deberá pasar a ser la presa de tu amigo-, deciden atacar con el sólo fin de calmar unas hormonas que aún cercanos a los 30 años parece que todavía los controlan. Es realmente patético ver este tipo de espectáculo donde al ser rechazados por la presa estudiada, el imbécil unineuronal no se le ocurre nada más que decirle “lesbiana” para sacarse la rabia de que el negocio fallara y no pudieran someter a dicho espécimen.
Para que vea que el mundo es mucho más esclavista de lo que ud cree. Si hiciéramos una regulación de la esclavitud y la utilizáramos dándole un verdadero valor de mercado entonces, y sólo entonces, nuestra falta de libertad valdría la pena.
Se despide,
PD: B.B se pondrá muy pronto en contacto con ud. Y le aconsejo que tema.
Primero que todo, señorita- y muy señorita- para que sepa.
Con respecto a su opinión acerca de mí y de mi Jefe debo decirle que comete un graso error. Nosotras no somos las inmorales ni las anti éticas, todo lo contrario, somos un par de mujeres que podemos decir la verdad sin horrorizarnos por ello. Y puede ser que la palabra esclavo suene fuerte en un mundo como hoy- con toda esa estupidez de democracia e igualdad ante la ley-, pero no es más que un reflejo análogo de cómo se vive en el día a día.
Hoy mismo me sentí como una esclava de las costumbres adolescentes. Imagínese una horda de mujeres arregladas, rodeadas de hombres que, como buen postor, tasan a la presa con la mirada antes de decidir comprarla. Puede ser que realmente no las compran con dinero- algunas son mucho más baratas que eso-, pero sí lo hacen a través de ofrecer sustancias embriagadoras que permiten una mejor oportunidad de ataque. Luego de ese exhaustivo estudio donde miden calidad, cantidad y accesorios varios- dígase la amiga con la que está bailando y la que deberá pasar a ser la presa de tu amigo-, deciden atacar con el sólo fin de calmar unas hormonas que aún cercanos a los 30 años parece que todavía los controlan. Es realmente patético ver este tipo de espectáculo donde al ser rechazados por la presa estudiada, el imbécil unineuronal no se le ocurre nada más que decirle “lesbiana” para sacarse la rabia de que el negocio fallara y no pudieran someter a dicho espécimen.
Para que vea que el mundo es mucho más esclavista de lo que ud cree. Si hiciéramos una regulación de la esclavitud y la utilizáramos dándole un verdadero valor de mercado entonces, y sólo entonces, nuestra falta de libertad valdría la pena.
Se despide,
La Anarca.
PD: B.B se pondrá muy pronto en contacto con ud. Y le aconsejo que tema.